21.5.09

Superman & La Liga de Superhéroes: Bocatto di Cardinale

Una delicia para gourmets del noveno arte, eso es lo que es esta saga publicada en los números 16, 17 y 18 del actual volumen (el 2) de la serie de Superman editada por Planeta (integrada por los americanos Action Comics 858 a 863), y que bien hubiera valido una edición en tomo aneja, de tapa dura y letras en oro. Puede parecer entusiasta, pero hacía tiempo que no se editaba un comic con ese sentido de la aventura de tiempos pretéritos, con la única pretensión de la evasión más fascinante, y que leyéndola te hace sentir como cuando con 12 añitos te lanzabas al kiosco a por tu ración mensual superheroica.
No se trata de una historia decisivísima del hombre de acero, ni tampoco cambia su status quo en el universo DC, pero la diversión que aporta es como la de un canapé de ambrosía: aislada, se hace corta, pero su sabor delicioso te acompaña un buen rato. La labor de Geoff Johns al guión no le va descubrir nada al enterado, que sabe capaz al escritor americano de las mejores historias con sabor clásico, y de remontar sagas y personajes (véase el actual Green Lantern, Linterna Verde para los amigos), con solvencia y el sentido del espectáculo más genuino y clásico, además de un conocimiento enciclopédico de la continuidad y un respeto a los personajes que más quisiéramos para todos los autores. Pero al neófito le hará descubrir la esencia del comic de superhéroes, aventura y diversión bigger than life.
En la historia se retoma la relación de Superman con la Liga de Superhéroes del siglo XXXI, a los que conoció siendo Superboy, integrando esto en la era post-Crisis, donde se reseteó todas las aventuras del hombre de acero pre-Metrópolis, en un ejercicio de nostalgia que hace que empaticemos con un personaje como el kriptoniano, con sus sentimientos a pesar de su invulnerabilidad innata, en ese encuentro con los viejos amigos ya crecidos y en un entorno propicio para la aventura, donde inesperados giros van haciendo que no puedas dejar de leer página tras página. Brainiac 5 y sus compañeros requieren de la ayuda de Superman en un futuro donde las cosas han cambiado, y ha dejado de ser la utopía tecnológica que se presentaba en los años 50 y 60, convertido en un lugar de paranoia extraterrestre con ingeniosos guiños a la ciencia-ficción del terror atómico. A partir de hay, nada es como Superman recordaba, y el peligro y la traición acecharán en cada recodo del camino.
Y si bueno es el guión, el lápiz de Gary Frank no le va a la zaga. Y es que si la historia evoca esos tiempos de nostalgia pijamera, el dibujo da con el dardo en el centro de la diana con un estilo sencillo, casi de línea clara, y tomando como referencia para su Superman al canónico por excelencia en nuestros recuerdos infantiles (treintañeros, todo hay que decirlo): el encarnado por Christopher Reeve en las películas de Donner y compañía. No es el saco de músculos al que estamos acostumbrados, es el superhombre de corpulencia normal, angulosos rasgos llenos de expresividad, y el recuerdo constante del actor que nos hizo creer que un hombre podía volar (hasta toma expresiones faciales típicas del actor en las películas). Este acierto gráfico hace que las retinas se te peguen aún más al papel impreso de bonitos colorines, amen de un color encandilante donde el brillo del traje de Superman contrasta con la suciedad de un futuro en problemas. Ojala este autor se prodigue más con este estilo, que muchos bienes hará al Hombre de Acero en sus aventuras comiqueras.
Dos elementos que hacen de esta saga un imprescindible para el lector habitual, y una buena manera de disfrutar puntualmente de un personaje tan icónico en el mundo del cómic para el neófito. Puede despistar a más de uno el hecho de hallarse integrada en la colección regular, con la duda de si debe leer cómics anteriores para seguir la historia, como por otra parte es habitual en la mayoría de las series actuales, pero nada más lejos de la realidad. Es una historia independiente de seis números, que muy bien podría haberse publicado como serie limitada, o como ya dije, como tomo unitario en una edición maja.
Hubiera sido una de las joyas de cualquier colección. Y quien sabe, tal vez en el futuro…
.
.
.

23.4.09

La Marca Amarillenta

Después de unos cuantos que si, que ya nos ponemos, Álex de la Iglesia finalmente a presentado el rodaje de la adaptación de La Marca Amarilla, la adaptación del que es posiblemente el álbum más famoso de las aventuras de Blake y Mortimer, creación de Edgar P. Jacobs, en la línea clara del Tintín de Hergé.
Hubo muchos rumores acerca del reparto, y se barajeó con bastante seguridad que los encargados de ponerles piel, hueso y carne serían Kenneth Branagh y David Thewlis, con John Malkovich como estelar villano. Y lo cierto es que les iba al pelo a cada personaje, pero no ha sido así.
Durante el festival de cine de Málaga, el director que intentó "des-Frodo-rizar" a Elijah Wood en Los Crímenes de Oxford, ha anunciado el inicio del rodaje y el reparto definitivo, al menos de sus dos protagonistas. Y es que la televisión cada vez impone más sus estrellas, y son las que llevan a la gente a taquilla, me temo.
Kiefer Sutherland (con carrera en el cine, pero ahora más célebre por la serie 24) encarnará a Blake, el rubio con bigote oficial al servicio secreto de su majestad, y Hugh Laurie (House, no hace falta decir más..., aunque con una importante carrera en el teatro inglés y varias películas en su haber) será Mortimer, el pelirrojo de barba completa sin bigote, físico nuclear de origen escocés, y que suele ser el que más se mete en líos. Del villano, todavía no se sabe nada.
Lo cierto es que, sin entrar en la solvencia de los interpretes, más que demostrada en ambos casos, el casting especulativo del principio era más parecido a los personajes originales. Habrá que ver la caracterización final de los actores para juzgar (van a tener que trabajar mucho con Laurie, y convertir su cara alargada en la redonda barbuda del pelirrojo escocés), y ver si Álex de la Iglesia es capaz de captar el mundo de Jacobs como se merece (Los Crímenes de Oxford, aún siendo su cinta más impersonal, no esta nada mal, aunque El Día de la Bestia sigue siendo su obra magna). Le daremos un voto de confianza, muchachos.
Y a Santa Línea Clara nos encomendamos.
.
.
.

8.4.09

Sonny & Rico in plastic

¿Por qué será que todos los veranos apetece meterse en vena unos cuantos episodios de Corrupción en Miami, aunque veranees en Torremolinos y luego te pasees por el Paseo marítimo de La Carihuela, con las gafas de sol, sintiéndote el más funky de la costa?
Si, todavía faltan unos meses para la estación calurosa, pero uno no puede contener los flashbacks espontáneos que nos asaltan los sueños.
Además, ¿son, o no son los muñecos más chulones para este verano?
Venga, no te quedes con las ganas: http://www.bigbadtoystore.com/bbts/product.aspx?product=MEZ10124&mode=retail&picture=out , que están de oferta...

25.3.09

Siete: Siete misioneros, elegante dibujo al servicio histórico

Con una selección de autores europeos en su mayoría, la serie Siete que edita Planeta es una buena opción para aquellos que quieran acercarse a un comic diferente, más cercano a la tradición francesa que a la superheróica americana, y bien conscientes de ello, la editorial ha optado por hacerlo de buenas maneras, es decir, juntando las máximas de las tres BBB; bueno, bonito y barato. Cada tomo de entre 50 y 60 páginas (habitual en el álbum europeo), con tapa dura son solo 8.95 eurillos. Y no me pagan por decirlo, pero es reseñable en este caso. Son historias autoconclusivas, sin ningún tipo de nexo, con la única razón en común de siete personajes clave en la trama de cada comic. Siete albumes independientes, que pueden disfrutarse como perlas aisladas, o como parte de un experimento con buenas intenciones.
Siete Misioneros es el cuarto tomo de la colección, y en el que se cuenta la odisea de siete monjes medievales poco ortodoxos al intentar evangelizar a una horda de sangrientos vikingos, en un tono satírico pero no exento de seriedad y crítica.
La historia no es un dechado de originalidad, pero bien es cierto que cumple y entretiene sin casi altibajos, dando la sensación de que podría muy bien adaptarse al cine sin fisuras en una película bastante accesible. El guión de Alayn Ayroles mantiene el rigor histórico bastante dignamente, lo que hace sumergirse en la historia con bastante facilidad, y empatizar con esos siete monjes locos, almas caídas en pena que se entregan cada uno de ellos a uno de los siete pecados capitales (hecho que se describe de manera muy sutil, actuando cada uno de ellos tal y como se espera de su pecado), y que son enviados, como última oportunidad de redención, a una misión suicida de cristianización a un grupo de vikingos que atemoriza la zona, y que sirve al guionista para mostrar las hipocresias religiosas en una época convulsa (siglo IX en la Irlanda medival), amén de una inteligente crítica al papel de cualquier tipo de religión en las civilizaciones, en un inteligente juego cíclico que confiere a la obra un aspecto más trascendente.
Los personajes están muy bien definidos (en ese sentido, resulta sencillo si cada personaje está tan bien diferenciado según los pecados), y la trama es directa y sin vacíos argumentales, con sus dosis precisas de violencia, sátira y escenas históricas costumbristas.
El dibujo de Luigi Critone no solo apoya la historia; es sencillamente genial, un dibujo de linea clara, muy expresivo y detallista cuando se necesita, con unos encuadres muy cinematográficos, y un color de los que seducen con solo abrir la primera página. Su estilo encaja a la perfección, y su narrativa engancha y maravilla, ayudado por un color llamativo y perfecto, que salva incluso las pocas carencias del dibujo, y eleva el conjunto a un nivel gráfico superior que recuerda al clasicismo de épocas anteriores, con la patina de las nuevas tecnologías en el comic.
Un tomo muy recomendable, y una serie en su conjunto casi al igual nivel, con historias llamativas por sus premisas (como la que abrió la colección, donde siete psicópatas son replutados para asesinar a Hitler en un complot desesperado, u otra donde se narra una especie de secuela de La Isla del Tesoro, de Stevenson), con altibajos como suele ser en una serie multidisciplinar con tanto autores diferentes, pero con un nivel global rayando en la excelencia, que ya trataremos pormenorizados por aquí en el futuro.

Súbitas de cine críticas: Watchmen, de Zack Snyder

Densa y un tanto inaccesible para el profano... pero que bella, que bonita!!.

3.3.09

Spiderman: Blue, un sueño en una melancólica canción

Como una canción que se resiste a abandonar la memoria, el recuerdo de un amor truncado en su cenit. La primera emoción al contemplar una mirada que anhela en lo más profundo de tu alma, y el reflejo que manifiesta patente un expreso deseo mutuo. El primer amor real.
Ha pasado mucho tiempo, si, pero su rostro todavía aparece en las escenas del pasado que vienen como estampas repentinas en tonos pastel, dominadas por unos ojos brillantes, vivos, y eternos. Una sonrisa imposible de borrar, y un abrazo que nunca volverá, arrancado de cuajo, arrebatado violentamente, y del que todavía quedan ecos resonando en los momentos en los que reina el silencio. Mirando la ciudad desde una terraza, o desde la esquina de un rascacielos, o desde la cúspide de un puente... un puente fatídico... puedo ver tus ojos, Gwen, puedo ver tu sonrisa.
Así, Tim Sale y Jeph Loeb nos regalaron Spiderman: Blue, como una canción que hacía tiempo que no escuchaba, y que de repente te encoge el corazón. La historia de un recuerdo que nunca morirá, y el recuerdo de una historia que hizo adultos a los comics de superheroes con el sopetón del planeador del Duende Verde.
Con unos muy inspirados lapices de Sale, y una narración fluida de Loeb, vamos por el sendero que nos conduce al primer beso de Peter Parker y Gwen Stacy, e idealizado como un bonito recuerdo de juventud, sus notas nos suenan a tonada conocida, pero confortables, melancólicas, y profundamente bellas. Es imposible no ser Peter Parker a lo largo de sus páginas, y sentir el recuerdo de su perdida como si fuera nuestro.
Hacía mucho tiempo que un comic no me arrancaba unas lagrimillas...
.
.
.
Portadas de la miniserie original, con un diseño inspirado en los clásicos discos de Jazz de los sesenta (y con títulos de canciones de la época), y portada de la edición en castellano de Forum, no muy difícil de encontrar en estos días.

30.1.09

Axioma del día

De mayor quiero ser como Al Swearengen.

19.1.09

Bajas de guerra: Khaaaaannnnn!!! y LA Pin-Up

Aciagos comenzamos el 2009 con dos caídas de míticos en diferentes campos, de esos de los que solo nos solemos acordar cuando mueren, pero con la sensación de que siempre han estado ahí.
Ricardo Motalbán se ha perdido definitivamente en la Nebulosa Mutara persiguiendo al capitán Kirk, después de una época descansando más que rodando (exceptuando el villanesco contra el teniente Drebin de Agárralo como puedas, con Leslie Nielsen). Para nosotros siempre será Khan Noonien Singh, el superhumano con ínfulas de tirano que se topó con Kirk después de su destierro de la Tierra, y que luego juró acabar con él tras abandonarlo en Ceti Alfa V (imagino que por tener que ponerse el pecho plástico que le tocó en Star TreK II: La ira de Khaaaaannn!!!, así también odiaría yo al Tiberius).
Encarno al citado Khan en la serie clásica de Star Trek, en el episodio Semilla Espacial (no me digais que en la imagen donde aparece más joven, no parece el padre no reconocido de Anthony Kiedis, el vocalista de los Red Hot Chili Peppers), y en la secuela de la saga en el cine, de titulo anteriormente citado.
Y en el apartado sexy, nos dejó la pin-up por excelencia, Betty Page. Lo cierto es que eramos muchos los que dábamos por desaparecida a uno de los mitos eróticos por excelencia del pasado siglo XX, después de abandonar su carrera de modelo y abrazar el Evangelismo, renegar de todo lo hecho y empezar una nueva vida. Por lo visto, en los últimos tiempos, condenaba menos sus instantáneas eróticas donde flirteaba con el bondage, como un arrepentimiento antes de la extremaunción.
Pero como pasa con los mitos, siempre nos quedarán sus imperecederas imágenes, para deleite de nuevas generaciones. Y buen deleite, si...

24.12.08

Feliz Navidad, one more year.

Desde el Cybernáculo, humildemente, les deseamos a todos, señoritas y caballeros, una Feliz y rápida Navidad.
Y no olviden la mejor guía para pasar estas fiestas de la mejor manera posible.
Repartan besos y arrumacos a quienes los merezcan.
.
.

10.12.08

DK2, el otro Caballero Oscuro

Si El regreso del señor de la noche (El regreso del Caballero oscuro, Return of the dark knight), sentó las bases de la personalidad de Batman en los ochenta, de la mano del renovista Frank Miller, como un tipo muy amargado, con mucha mala leche y muy pocos amigos, ¿que cabía esperar de su secuela, más de quince años después? Pues una mala leche más potenciada aún, que viendo un mundo como el nuestro (hiperbolizado en un futuro muy parecido a nuestro presente), sale de su cueva para combatir la estupidez, la hipocresía y la banalidad elevada a modo de vida.
Aunque comercialmente concebida como una secuela (con un titulo de batalla tan logotizable como DK2), Dark Knight Strikes again no es una segunda parte. Al menos no al uso, y eso es lo que no ha sabido ver casi todo el fandom comiquero, que esperaba una repetición del primer comic de Miller con el murciélago, sin contemplar una evolución más que necesaria. Se criticó su historia, su dibujo, su color, y hasta el papel que se utilizó para su impresión, pero sin ver hacia donde iba o de donde venía.
Leyéndolo sin prejuicios, DK2 es un comic diferente y necesario, poco sutil quizás, pero que no solo cumple (entretiene y maravilla), sino que se queda flotando en tu psique mientras sale en pequeñas dosis de reflexión. No debe tomarse como una secuela, porque no lo es. El único nexo es la situación de un Batman dado por muerto, el status quo de Superman, y la ubicación temporal, tres años después de los míticos sucesos de la anterior obra de Miller. Pero el resto es nuevo, hasta la estética (más feista aún, si cabe) y el mundo en el que se desarrolla, mucho más futurista y distorsionado, gobernado por la TV y los mass media.
Los superheroes son controlados por el gobierno, y este es un mero títere de un tenebroso poder en la sombra, que se ríe de la estupidez del populacho y lo maneja a su antojo sin despeinarse. Es una distopía mediatica, reflejo de nuestros tiempos, donde solo el tipo amargado puede hacernos salir del letargo intelectual y pincharnos en el culo para luchar contra lo que nos han dicho que debe ser nuestra vida. Un basta ya que protesta a base de puñetazos en las narices.
Miller estiliza su trazo hasta convertirlo casi en un garabato (no nos equivoquemos, ya que ese garabato nace del refinamiento de un dibujo original mucho más complejo, donde el garabato es la esencia necesaria para ese instante), caricaturiza hasta la extenuación más simplificada, para desbordar la épica en unas splash pages aparentemente simples y gratuitas, pero que esconden toda la significancia del momento, la esencia del poder divino de los superheroes (como el supracoito entre el Hombre de Acero y la Amazona, sublimación de lo divino, volando lejos en el aire y ajenos a un mundo que solo les sirve como escenario para su ópera particular).
Porque curiosamente, Batman no es exactamente el protagonista, ya que aquel que sufre un verdadero vía crucis iniciatico es Superman, y gracias además a su propia hija, fruto de su relación con Wonder Woman (una amazona espartana muy milleriana), que le recordará que no vino a la tierra a obedecer ordenes de tiranos o déspotas con el control de un todo muy relativo. Y habrá espacio para practicamente todo el universo DC (algo que lo diferencia, de nuevo, muy sensiblemente de su anterior episodio, donde solo tenían cabida Batman y Superman), ya que la liberación de los superheroes es la base de esta revolución tan necesaria, con Green Arrow (evidentemente del lado del murciélago, revolucionario y extremista como solo se puede ser en la tercera edad), Flash (un clásico Barry Allen convertido en generador humano de electricidad), o Linterna Verde (más cósmico que nunca). Siempre tomando las encarnaciones clásicas de los personajes. Renovando el todo, pero siempre desde las bases más primigenias.
Si comentamos la narrativa, esta fuera de toda duda la maestría de Miller y su funcionalidad vanguardista, llevando al límite el recurso de los comentarios televisivos (como un fresco de comentaristas, opiniones y desvaríos varios), mientras el personaje principal reflexiona en off, para irrumpir brutalmente en una catarsis explosiva. Incluso cuando un elemento es sugerido para más tarde ser explicado, y el lector no sabe muy bien por donde van los tiros, no puede dejar de encadenar viñetas y dejarse llevar en un torrente estilístico propio del que domina un medio sin necesidad de imitar otros. Aquí, las posibilidades del comic están patentes y aprovechadas como pocas veces, y es donde comprobamos que, pese a todo, Frank Miller sigue siendo Frank Miller.
No se puede dudar de su comercialidad (el reclamo es indudable, aunque peligroso como finalmente ha demostrado ser), y de que el color de Lynn Varley es cuanto menos arriesgado (otra oda a lo clásico, la evolución de esos colores planos de imprenta de los primeros comics llevado al paroxismo, rozando lo estridente, pero toda una convincente declaración de intenciones), pero al igualmente que el primer Dark Kinght esta algo sobrevalorado, su continuación se infravalora indiscriminadamente.
Y ya sabemos que los extremos no son buenos para nadie.
Excepto si te llamas Batman y quieres liberar al mundo de su propia estupidez. En ese caso, bienvenido, y a dejarse los nudillos en el proceso.