Y es que como dijeron Baudelaire o Miguel Delibes, la verdadera patria del hombre (entiéndase, del ser humano) es la infancia, inherente y común a todo bicho viviente, y determinante para esas defensas exaltadas posteriores. ¿Cuantas veces hemos deseado volver a vivir determinado momento de nuestra infancia, para tratar de corregir un acontecimiento, o simplemente volver a vivir un determinado momento?
Y es que en esta obra maestra del comic contemporáneo que es Barrio Lejano, el japonés Jiro Taniguchi nos propone dicho viaje de manera tierna y natural, con el detallismo intimista que suele caracterizar al autor nipón, sin artificios efectistas a pesar de lo fantástico de la propuesta. Un hombre cercano a la quinta década llega gracias a una equivocación al coger el tren de vuelta a casa al barrio donde se crió. Una vez allí decide visitar la tumba de su madre, y es allí donde tras un misterioso desmayo (precedido solo por el sutil vuelo de una mariposa), se despierta en ese mismo lugar, con su mente actual, pero dentro de su propio cuerpo con 14 años.
Podrá volver a su madre, revivir el primer día de instituto, forjar de nuevo sus amistades y volver a sentir el primer amor. Es imposible no emocionarse dado lo universal de esos momentos, y sentirse identificado mientras los contempla de nuevo, bajo la óptica de la madurez del personaje. Sin caer nunca en el humor zafio o facilón, el drama y la comedia se entrelazan en su odisea vital, sencilla y sin embargo básica para entenderse a si mismo, con un ritmo pausado y relajado, pero sin decaer ni hacerse nunca aburrido.
El dibujo de Taniguchi sigue su línea general, ese manga europeizado de línea clara y limpia, que se disfruta en un inigualable blanco y negro, y se degusta como una joya que no puedes dejar de contemplar, y que permanece mucho después de haber terminado la última página.
Editado recientemente en un solo tomo por Ponent Moon (la anterior edición de este comic de 2003 constaba de dos), se escapa del mundo de la viñeta para irrumpir en la literatura más consolidada, dados sus valores narrativos y evocativos. No en bano ha ganado varios premios como el premio al mejor guión en el Festival de Angulema de 2003, o el de Mejor Obra Extranjera en el Salón del Cómic de Barcelona 2004.
Sin duda, comic para recomendar encarecidamente, incluso a aquellos que nunca se han paseado por un bulevar lleno de viñetas.
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