Hay objetos, ciudades, elementos míticos que la humanidad no ceja en su intento de encontrar. Ansias arqueológicas por hallar lo perdido siglos atrás, o a veces solo años. La ciudad de Atlantis, el Santo Grial, la calavera de Hitler… El caso que nos ocupa, que por el momento ni Indiana Jones sería capaz de encontrar, es una película. Una película perdida de la que solo tenemos referencias en fotos, imágenes sueltas muchas de ellas icónicas, y de la que no se conserva ni un rollo en buen estado para descubrir las maravillas del por entonces incipiente séptimo arte. Y sin embargo, es más célebre que muchas películas posteriores.
Hablamos de London after midnight (Londres tras la medianoche), estrenada el 12 de marzo 1927 por la Metro-Goldwyn-Mayer, dirigida por Tod Browning (que después haría dos joyas de los inquietante y sobrenatural, Drácula con Bela Lugosi, y Freaks, La parada de los monstruos) e interpretada por el hombre de las mil caras, Lon Chaney Sr.
Es una historia de vampiros donde todo tiene una explicación lógica, donde lo sobrenatural acaba siendo explicado como terrenal consecuencia de la ambición y la maldad de los hombres, aunque siempre envuelto por esa atmósfera que Browning impregnaba a estos ambientes sórdidos, y que muestra como el peor monstruo de todos es el ser humano en plena posesión de sus facultades mentales, con el mal como único inquilino de su oscuro corazón. En ella, Lon Chaney interpreta dos papeles, el hipnotizador especialista de la policía de Scotland Yard y el vampiro asesino, en una de sus caracterizaciones más célebres, a pesar de la perdida de la cinta, gracias a las fotos de publicidad que han llegado hasta nuestros días.
A pesar de su relativo éxito en el momento de su estreno, no tuvo demasiada suerte en su conservación en los años venideros. La MGM no vendió ninguna copia a distribuidores ajenos, ya que por aquellos tiempos la mayoría de los propios grandes estudios se ocupaban de su propia distribución, y por ello siempre recogían todas las bobinas una vez acabada su carrera comercial. Además, nunca fueron vendidos sus derechos para futuras versiones ni ningún director de la época mostró interés en ese propósito. La última vez documentada que se vio la película data de 1950, según aseguran varios historiadores de cine de la época tales como William K. Everson o David Bradley. Un inventario de la propia MGM de 1955 la situaba en unos de sus almacenes de celuloide, en la bóveda número 7, la misma que a finales de la década de los sesenta sufrió un aparatoso incendio y donde se supone que quedó calcinada y destruida, ya que poco después, los estudios decidieron hacer copias nuevas de sus más antiguos clásicos para su mejor conservación para el futuro, y London after midnight jamás fue encontrada para ese propósito.
Su condición de película maldita la ha hecho muy célebre y buscada, no apareciendo ninguna copia hasta la fecha, existiendo solo una especie de fotonovela creada por Rick Shmidlin, y formada a partir de las numerosas fotos de rodaje o publicitarias que se conservan y el guión de la misma. Al tratarse de una película muda, el esfuerzo es encomiable y es posible hacerse una idea de cómo sería, pero insuficiente para disfrutar de ella plenamente. Muchas han sido las falsas alarmas de hallazgo o bromas intencionadas, (como esta, muy elaborada y convincente, pero desoladoramente mentirosa) o su anunciada emisión en televisión repetidas veces, y su ficha renovada fielmente en IMDB, pero hasta la fecha, nada de nada.
El propio Browning, tras el éxito de su versión de Drácula, realizó un remake en 1935 llamado The Mark of the vampire (La Marca del Vampiro), con Bela Lugosi en el papel de Chaney. Y aunque en su momento fue mejor valorada por los críticos y se considera no solo una adaptación muy fiel de la original, sino que incluso superior en muchos aspectos, no ha alcanzado la fama de su extraviada predecesora.
Como todas las cosas míticas, el globo se ha hinchado mucho más de lo que la goma daba de sí. Es muy posible que la película, salvando la caracterización de Chaney y poco más, no valga demasiado, y la decepción de verla sin todo el empaque y aura de misticismo alrededor sea una posibilidad muy viable, a pesar de ser la más taquillera en su año de estreno de los estudios MGM. Pero todo lo generado y la iconocidad de la efigie de Chaney como señor del mal (el propio Chaney elaboraba sus maquillajes, y aquí se dice que utilizó alambres en los párpados para obtener esa mirada desorbitada), hacen de London after midnight un clásico inquebrantable del cine de terror de los primeros años del cine, a pesar de lo paradójico de haber sido vista por muy pocos.
Su copyright caduca en 2022, y es posible que algún coleccionista privado saque a la luz una copia encontrada en un granero de Iowa, o que utilizaba como posavasos una humilde ancianita de Wisconsin, ya que estas cosas aparecen siempre por el más casual de los azares, y al haber caducado los derechos, se decida a venderla al mejor postor, y dado su carácter ultra mítico, obtenga pingues beneficios. Como ya se sabe, todo es posible en Hollywood.
Para ampliar tu ansias de información a este respecto:
3 comentarios:
Pues muchas gracias por recordarnos esta joya del séptimo arte...me la visionaré la noche de Reyes, creo. Mmmm!
Besillos variados,
B.
Por cierto, sabes que Lon Chaney en la segunda foto me recuerda un montón a Davidman?? En serio!!!
Curiosa apreciación... Si, es posible que DavidMan tenga algo de Chaney... Lon y yo somos hijos de un mismo concepto...
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