16.11.07

Ripley no es malo, es que lo han dibujado así

Patricia Highsmith sabía muy bien lo que hacía cuando creó al personaje de Tom Ripley en 1955. No quería un Hércules Poirot como el de Agatha Christie, no poderoso físicamente, pero de ingenio impecable y elegancia intachable. Ni un Sherlock Holmes, perfecto investigador de hipotético armario lleno de vicios inconfesables. Highsmith creó al primer personaje amoral moderno, reflejo de una época, que incluso con sus azares y actos al borde de la criminalidad, cuando no bien caídos en su infecto pozo, sabe caer simpático y desear en sus lecturas que todo le salga bien. Tom Ripley es ambicioso, elegante, asesino (solo a un nivel práctico, no es un psicópata), torpe en ocasiones, ladrón cuando le conviene, pero tiene buen corazón. Cuando su inusual criterio le marca los motivos, es capaz incluso de tener cargo de conciencia, pero llegado el caso, mataría a su mejor amigo si lo considerara necesario. Con todo, solo busca vivir su vida deseada. Ambiciona una vida elitista en cuyo seno no nació, pero que no ve porque iba a renunciar a ella por un motivo tan nimio. Y con la madurez, se revela su verdadero yo, allí donde ha conseguido escalar, y se mantiene con poco esfuerzo y naturalidad digna del gentleman europeo que siempre ha querido ser, a pesar de haber nacido en suelo norteamericano. En palabras de la propia autora, “Lo considero un hombre tan civilizado que mata cuando tiene necesariamente que hacerlo. No tienen que admirarlo pero tampoco hay que censurarlo. Vive su vida, a su manera, no es un criminal, es un arribista obligado a matar”. Ripley fue protagonista de varias novelas de Highsmith, donde se puede contemplar la evolución del personaje, desde el joven de ambición desmedida que no piensa demasiado en las consecuencias, al personaje maduro que se halla en el escaque que tenía en el punto de mira y se mantiene a pesar de poner él mismo en peligro ducho status, la mayoría de las veces por capricho. La secuencia de novelas, y en orden cronológico y de lectura, sería la siguiente (por si te apetece echarlas un vistazo y finalmente leerlas, que al fin y al cabo es de lo que se trata) : El talento de Mr. Ripley (The talented Mr. Ripley, 1955). Ha sido llevada al cine en dos ocasiones, con los rostros de Alain Delon (A pleno sol, de René Clément, 1960) y Matt Damon (El talento de Mr. Ripley, Anthony Mignella, 1999). La máscara de Ripley (Ripley under ground, 1970). El juego de Ripley (Ripley’s game, 1974). También llamado El amigo americano. Doblete en celuloide, con Dennis Hopper (El amigo americano, de Wim Wenders, en 1977), y John Malkovich, El muchacho que siguió a Ripley (The boy who followed Ripley, 1980). También llamado Tras los pasos de Ripley. Ripley en peligro (Ripley under water, 1991). El fallecimiento de la autora en 1995 impidió que continuara con las hazañas de este carismático personaje, si bien es cierto que dejó bastante exprimidas sus múltiples posibilidades de un modo u otro. La propia autora es también un personaje en si mismo, considerada uno de los puntales de la literatura de suspense del siglo XX, polémica en una época hipócrita debido a su homosexualidad, siniestra en su aspecto y comportamiento (o al menos así ella parecía querer transmitir), y con un cerebro capaz de imaginar las más aviesas tramas, malévolas y retorcidas, pero inequívocamente humanas y por ello fascinantes. Merece la pena seguir toda su obra, pero las andanzas de Ripley os atraparán como pocas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ohhh, otra Patricia, no caí en esta. Me ha gustado tu prosa caballero.