Thomas Alva Edison fue un tipo a tener en cuenta. Inventó numerosos aparatos (más de 1.000 patentes en vida) que hoy día consideramos imprescindibles, e incluso hoy día se mantiene una bombilla de su invención todavía encendida en uno de los museos consagrados a su persona.
Pero no era ningún santo. Tenía todo un equipo de ingenieros trabajando para él, y en muchas ocasiones él solo perfeccionaba el invento y se atribuía su completa invención. En otras, directamente se apropiaba de ideas ajenas y las firmaba, sumiendo en la ruina a su creador original.
Y encima, electrocutó un elefante. Y a perros, vacas, caballos y gatos.
Y lo grabó, el muy rufián.
Topsy nació en 1875 en el circo Forepaugh, de padre elefante y madre elefanta. Su vida no fue como la de Dumbo, aunque pudiera haber similitudes en lo que ha putaditas se refiere. Su dueño le obligaba a fumar puros habanos, que no disfrutaba, así como las múltiples palizas con cadenas, maderas con clavos, y demás lindezas de principios de siglo. Todo unos pioneros de la tortura animal.
Pero Topsy tenía su genio, y llegó un punto en que decidió no seguir aguantando más, y en sus revueltas, acabó con tres "cuidadores", aplastándoles e hiriendo a tantos otros. En ese acto de autodefensa y justicia personal, Topsy no podía saber que la ley humana iba a ser tan dura y homocéntrica, y menos imaginar que iba a pasar a la historia como uno de los pocos animales ejecutados públicamente después de un veredicto oficial. Se desconoce quien fue su abogado.
Edison andaba por ahí, buscando una ocasión para demostrar uno de los usos de la corriente eléctrica, aparte de encender lucecitas, tal y como era la ejecución de condenados a muerte. Y con este caso, se le encendió la bombilla sobre su depejada cabeza. Pasó por encima de las protestas de la ASPCA (Asociación contra la crueldad contra los animales en es momento), y puso en marcha su demostración, no exenta de sentido del espectáculo.
En 1903, tras una última cena de su comida favorita, un buen cubo lleno de zanahorias, bien inyectadas de cianuro por si la cosa fallaba, se llevó a cabo su ejecución en el Zoo de Luna Park, en Coney Island. Se le colocaron una especie de zapatones de metal conectados a la fuente eléctrica, y se le administró la nada desdeñable corriente de 6.600 voltios.
La verdadera intención de Edison, aparte de freír al paquidermo, era demostrar los múltiples usos de la corriente eléctrica continua (en lo que luego fue la silla eléctrica, bien querida y rentabilizada por la sociedad norteamericana de la época) en un evento público que dejase atrás a su competidor, Nikola Tesla, que también experimentaba con los usos varios de la corriente eléctrica y su dominio, esta vez abogando por la corriente alterna.
La ejecución fue todo un éxito, con 1.500 personas como testigos, y un camarógrafo que registró el evento para la posteridad, por orden del propio Edison, involucrado también en el desarrollo de esta incipiente técnica de grabación.
El tiempo y la justicia poética puso cada cosa en su lugar, y finalmente la corriente alterna de Tesla se acabó imponiendo como estándar, perdiendo Edisón la batalla eléctrica en esta ocasión.
No tenemos constancia de que Topsy halla adquirido la categoría de martir paquidermil, aunque desde el Cybernáculo no dudamos en promoverla para tan noble causa.
Aquí abajo, la grabación en cuestión y verdadero documento histórico.
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