La música esta muerta. El negocio está más prostituido que nunca, los productos se suceden unos a otros, matando con crueldad a todo aquel que muere comercialmente. Y los músicos realmentes buenos, anónimos, se suicidan antes de conocer algo parecido al éxito.
Vivimos tiempos aciagos de desidia artística, y solo nos queda vivir del pasado, de las reliquias que una vez fueron grandes.
Menos mal, que nos queda la última esperanza blanca.
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Sin duda alguna, de entre los grandes.
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