Os reto, os reto dos veces, a que me digais el personaje de ficción con más rostros en la historia del celuloide (o de los comics, la literatura, etc).
Bueno, a lo mejor no era tan complicada la pregunta, pero ha sido un intento de crear misterio. En efecto, el británico agente secreto al servicio secreto de su majestad ha tenido más caras que un saco lleno de pesetas de Franco, y lo mejor de todo no son sus caras finales, sino las posibles que pudo tener, que son más aún.
Los oficiales rostros de James Bond han sido, como todos sabeis de sobra, Barry Nelson (en una primera adaptación televisiva de Casino Royale), Sean Connery (primero cinematográfico y más carismático, que duda cabe), George Lazenby (solo una, pero chulón a pesar de su careto de gañan ligoncete), Roger Moore (simpático y payasete, pero el más ligón y duradero), Timothy Dalton (que ya se lo ofrecieron antes de Moore, pero lo rechazó por considerarse demasiado joven, y con el tiempo acabó cayendo), Pierce Brosnan (guapete, pero soso, más planta que otra cosa) y Daniel Craig (rubio, brutal y con una mala leche de aupa, por ello de los mejores). En buena fé deberiamos incluir a David Niven y unos pocos más (en la psicodélica y desbariada Casino Royale con Woody Allen, donde varios actores hacían de Bond), e incluso a James Brolin, que oficialmente fue 007 por un día, cuando Moore se negó a filmar Octopussy y se le contrató a ultima hora, y tras solo un día de rodaje, regresó Roger y mandó al garete su posible hiperproyección (no hubiera quedado mal, ¿verdad?).
Pero sí son curiosos sus cambios de careta en las plasmaciones finales, son también curiosos los candidatos y los que rozaron el doble cero, algunos realmente apetitosos. Por ejemplo, antes de Connery, estuvieron a punto Patrick McGoohan (El Prisionero, el rey de Inglaterra en Braveheart... demasiada cara de inglés), el propio Roger Moore (muy joven y desconocido todavía) o Richard Burton (le hubiera puesto mucha mala leche, no hubiera quedado mal, pero demasiado famoso).
Más tarde, en 1968, uno de los más geniales. Ni mas ni menos que Adam West, el Batman gordito televisivo. No quiero ni pensar en el resultado, pero desde luego sería bailongo. Batman + James Bond = supermito. Demasiado para el body.
Tras una larga serie de desconocidos en los setenta y principios de los ochenta (el método Broccoli era el bueno, bonito y barato entre actores y aspirantes desconocidos, que a veces funciona, pero no siempre), cuando Roger Moore se retiró empezó la controversia. Aunque Pierce siempre fue el favorito (y el que finalmente se llevó el gato al agua), pudieron serlo allá en 1986 Sam Neill (un poco raro, ¿no?), Lambert Wilson (el tipo charlas de Matrix que se cepilla a la Belluci), Mel Gibson (por Dios, ¡no!), Ben Cross (cara demasiado laaarga, el tipo de Carros de fuego), Tom Selleck (tio duro, hubiera quedado bastante bien, pero sin bigote, por favor).
Y tras la deserción de Brosnan, otro desatamiento mediático. A punto estuvo Hugh Jackman, nuestro Lobezno preferido y favorito por muchos, pero lo rechazó finalmente (una lástima, hubiera funcionado), y se especuló con Ewan McGregor, pero con poca consistencia (bastante tiene el pobre con ObiWan, demasiados mitos), pero otros que estuvieron a punto fueron Clive Owen (consistente, la verdad), Jeremy Northam (un poco cara palo), Ralph Fiennes (inglés y majete, hubiera colado), Jason Isaacs (siempre ha hecho de malo, y lo ha hecho tan bien, que no puede ser bueno el tipo, me temo. Maloso en Harry Potter, padre Malfoy, y en El Patriota), Sean Bean (buen tipo, hubiera molado), James Purefoy (el Marco Antonio de la televisiva Roma), Hugh Grant (parece coña, ¿verdad?), e Ioan Gruffudd (Mister Fantástico en Los 4 Fantasiosos).
Desde luego, pocos no son, pero al menos por el momento hay Daniel para rato, lo que no es mala noticia ya que a pesar de ser el primer Bond rubio, queda muy bien y reparte ostias como panes, que siempre es de agradecer.
Aprovechamos para recuperar el Bond literario, el original de Ian Fleming, que se leé muy facilmente y son mucho más agiles sus aventuras que en las películas. Pero jugueteemos un tanto, y proponer vuestro Bond, especular (hayais leido o no alguna de sus novelas), y dejar volar vuestra imaginación y sentiros directores de casting, que en Internet todo vale.
Exprimiros el cerebro y comentad, hijos del Averno.
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