4.6.09

Mis muertes favoritas, 11

La épica máxima en el deporte. Y es que eran otros tiempos, la Guerra Fría, los macarras en pantalón corto vendían mogollón, y Rocky solo iba por la cuarta entrega. Ah, y Apollo. Apollo Creed, que repartía ostias como panes y pasó de villano némesis del potro italiano, a ser su mejor amigo en solo tres películas, y victima potencial el maloso ruso de turno, el inefable Ivan Drago (un Dolph Ludgren en su mejor actuación, son todo matices en este hombre), con una pegada de nosecuantos millones de kilos por pulgada (Full HD, claro), acompañado de la megarrubia Bridgitte Nielsen, rusaza ella también en este caso.
Apollo cae, pero atención a los detalles. Esos rusos maquiavélicos disfrutando de la humillación del Tio Sam-Apollo (la piva fuma y le sostienen el cigarro, ¿no es genial?), las miradas, Rocky a punto de arrojar la toalla para salvaguardar a su amigo (y lo hace, pero a buenas horas mangas verdes), la mujer de Apollo sufriendo las hemorroides en silencio, y lo mejor, esa revisitación de la Piedad de Miguel Angel, pero en el cuadrilátero y con multitud de fotógrafos acosadores a modo de querubines.
Que escena, que épica.
Apollo, siempre tendrás un hueco en nuestro corazón más macarra. No te olvidaremos.
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